lunes, 16 de abril de 2018

Lo reconocieron al partir el Pan




Lucas 24, 14-35 cuenta que dos discípulos, camino a Emaús, conversaban desalentados acerca de la muerte de Jesús de Nazareth. Él, de incógnito, se pone a caminar con ellos y les pregunta sobre lo que hablaban. Le comentan lo ocurrido, incluso que unas mujeres decían que estaba vivo. Jesús les explica las Escrituras y fue una experiencia tan especial que le djeron: «Quédate con nosotros, porque se hace tarde». Entró, se quedó con ellos. En la mesa, tomó el pan, pronunció la bendición; lo partió se lo dio y desaparecíó. De regreso a Jerusalén le cuentan a los apóstoles, que estaba vivo y que lo habían reconocido al partir el pan. La maestra Olga me explicó, cuando era niño, por qué los discípulos lo reconocieron al partir el Pan: "Todos partimos el pan hacia adentro, él lo partía hacia afuera." Otros dicen que le vieron la herida en sus manos. La explicación de la maestra Olga es mi preferida. Así es Jesús. Pura generosidad, entrega, salirse de sí para darse. El tema de la comida envolvió a Jesús de diversas maneras. El hombre que multiplicó los panes y los peces realizó su primer milagro en una comida. Comparaba el Reino de Dios con un banquete, con la levadura y la mostaza, a sus discípulos, con la sal. En el Padre Nuestro pide: danos hoy nuestro pan de cada día. Conquistaba a los alejados comiendo con ellos. Sus discípulos no ayunaban y a él le decían comedor y bebedor. Cuando resucita a la hija de Jairo, pide que le den de comer. El hijo pródigo decide volver a casa porque pasó hambre. Un hombre opulento se condena porque se desentiende del hambriento Lázaro y el juicio tiene que ver con la comida: "Tuve hambre y me diste de comer." Quiso que lo recordáramos con una cena (la misa). Resucitado, come un pescado asado con sus amigos. Los discípulos lo reconocen al partir el pan y él mismo se hace Pan por nosotros. 🔰EPÍLOGO: Ser cristiano significa, no sólo comer el Pan sagrado en la mesa de la iglesia, sino también compartir lo que tenemos y lo que somos, de manera que nos reconozcan al partir el pan. Y si dicen que somos un pan (buena gente), mejor todavía.