Cuaresma es tiempo de
trabajar nuestros defectos y uno de los que estoy trabajando, es aprender a
decir que “no” sin sentirme culpable. Un día paseando por una de las calles de
nuestro país, no recuerdo dónde, me detuve a ver a través de la vidriera de una
librería. Como si me hablara directamente, leí el título de un libro que se
quedó grabado en mi memoria: “No diga SÍ cuando quiera decir NO.” En ese
momento no leí el contenido. No era necesario, el título era tan sencillo, pero
produjo en mí una sensación de liberación que perdura hasta hoy. Había llegado
en el momento justo. Puesto que Jesús dijo en el Evangelio: “Por sus frutos los
reconocerán”, un fruto tan bueno como el que produjo este título en mi vida
debía venir de un árbol bueno. EL asunto es que en el disco duro de muchos
personas, un cristiano “nunca debería decir que no”. Se nos han enseñado
canciones como: “Digo sí, sí, sí” o que María “Dijo sí y no preguntó por qué”, sin
más explicaciones. Por cierto que María no preguntó por qué pero si preguntó
por lo menos ¿Cómo podrá ser esto? Sin embargo Jesucristo dijo claramente: “Digan
SÍ cuando es SÍ y NO cuando es NO, todo lo demás lo añade el demonio” Mateo
5,37. En ese pasaje Jesús no solo invita a los cristianos a ser asertivos sino también
a “no dar explicaciones”. Se atribuye a Oscar Wilde esta frase: “Nunca des
explicaciones, tus amigos no las necesitan, tus enemigos no las creen”
Tengo un amigo a
quien llamo 800-Ronald. Él y su familia son parte de mis amigos. Es un hombre
sumamente servicial y me ha ayudado de una forma incondicional y efectiva en
muchas ocasiones, pero como le cuesta decir que no, se compromete de tal manera,
que muchas veces, termina dejando colgados o negados u olvidados a quienes
esperábamos su ayuda. El que mucho abarca poco aprieta.
Decir que sí, no
porque quieras y puedas hacer lo que te piden, sino por complacer a alguien o
por miedo a perder su amistad, o su amor, es no sólo un atentado contra tu
autoestima sino un generador de Stress y de incomodidad que desgasta a
cualquiera. La gente que te ama jamás te presionaría a hacer algo que no
quieres hacer, al menos que seas un niño y se trate de algo que tenga que ver
con tu salud o educación. ¿Aceptas comer algo que te desagrada por temor a
decir que no? ¿Aceptas una relación de pareja tormentosa o maltratadora por
temor a perder a esa persona que a duras penas te alivia un poquito la soledad?
¿Te cargas de cruces ajenas no para ayudar a llevarlas sino cargándolas en
lugar de la otra persona o, es más, intentando morir en cruces que no son tuyas siendo
que Jesús te dijo que para seguirlo a Él tenías que llevar TU Cruz.
Si decir que no, es
difícil para alguno de ustedes, tanto más lo es para un sacerdote. La gente se
hace expectativas falsas acerca de uno. Si ya han tenido decepciones con otros
sacerdotes y te agarran en esos días en que en realidad no puedes más, se van
pensando cosas como que: todos son iguales, yo pensé que eras mi amigo, con razón
la gente se mete en otra religión, más nunca vengo a esta iglesia, él que se la
da de santico… y pare de contar. Es Cierto
que soy un servidor público pero como todo ser humano tengo mis límites: No
puedo visitar todos los enfermos que quisiera por ejemplo y sin embargo lo he
hecho en los cuatro puntos cardinales de esta ciudad como lo hice cuando viví
en Caracas. A algunos santos, Dios les concedió el don de estar en dos sitios
al mismo tiempo (don de la bilocación). Yo no llego a eso.
Sin embargo, además
de las necesidades básicas de todo ser humano, comer, dormir, y hacer mis
necesidades fisiológicas, confieso, oro, celebro misas, bautizos, matrimonios, algo
el mercado de lo que encuentro, pago recibos, leo la Biblia, noticias y otros
libros de crecimiento espiritual, tengo familia, tengo amigos incluyendo un
perro, preparo mis predicaciones, charlas y clases, publico en facebook, instagram,
twitter y blog, y trato de contestar las preguntas y consultas a veces
larguísimas por mensajes privados hasta altas horas de la noche.
Permítanme ser más
explícito. Tengo mis criterios claros
acerca por ejemplo de la estética o la decoración de mi iglesia. Mucha gente
con muy buena intención quiere regalarme imágenes para colocarlas en mi iglesia
y además se creen con el derecho a elegir el sitio dónde la quieren poner.
Hasta el Gobernador una vez le regaló a todas las iglesias una imagen de la
Divina Pastora, con la plaquita que decía el nombre del donante, cuando yo vi
lo terriblemente espantosa que era, la regalé de inmediato por supuesto. Tengo
el criterio de “más imágenes NO”, bellas o feas. Al menos que me regalen la
Divina Pastora o la Piedad de Miguel Ángel original, cosa que no va a ocurrir.
Me parece un absurdo
por ejemplo que existan personas que quieran hacer un bautizo “privado” para
sus hijos. Cuando un niño nace biológicamente, se recibe en su familia de
sangre, pero cuando nace para la fe se recibe en la familia cristiana. Y esta
regla la aplico hasta para mi propia familia. A mis sobrinas nietas las he
bautizado en compañía de los demás niños el sábado que ha tocado hacerlo. Se
han visto casos como: Padre, cásenos en la playa, mientras nos tiramos en
paracaídas, disfrazado de Batman etc. y ya está fuerte.
Estoy a punto cambiar
de nuevo mi número de celular privado, (hay uno de la iglesia), que con la mejor
intención se ha convertido en el de medio Barquisimeto. Con la mejor intención
significa: Yo no le doy su número a nadie padre, pero en vista que se trata de
mi madre, mi hijo, mi esposa, mi amigo, mi abuela, mi suegra, mi párroco, mi
amante se lo di. Reconozco que yo
pensando bien de alguna persona he dado mi número y al final me encuentro con
acosadoras (es) de todos los tipo que usted se pueda imaginar.
Tengo muy claros mis
deberes pero también tengo muy claros mis derechos. Tengo derecho a no comer lo
que usted quiere que yo coma, a no visitar a su familiar porque tengo a otros
más graves que el suyo, tengo derecho a no aceptar su solicitud de facebook o a
bloquearlo si así lo considero, tengo derecho a no bautizar a su hijo en
privado no me importa que usted sea la mamá de Tarzán. Tengo derecho a regalar
lo que usted me regala porque una vez que es mío y veo a alguien que va a ser
más feliz que yo me desprendo de eso. Tengo derecho a poner la foto de perfil
que me de la santísima y reverendísima gana de poner, lo mismo que las publicaciones
que considere pertinentes en las redes sociales. No pierdo tiempo intentando
contentar a todos, ni siquiera Dios lo ha conseguido.
Así que si le digo
que NO, por la razón que sea, tal vez usted pueda enojarse, cambiarse de
religión, dejar de ser mi amigo, o aspirante a pareja, ese es su problema, no
el mío, pero tengo derecho a decir que NO porque ya me leí el primer libro pero
también el segundo que dice: “Cuando digo no, me siento culpable”, me sentía,
ya NO.
Conozca los derechos de la persona asertiva: Tomados del libro "Cuando digo NO, me siento
culpable". Manuel Smith
1. Tenemos derecho a juzgar nuestro comportamiento,
nuestros pensamientos, y nuestras emociones, y a tomar la responsabilidad de su
iniciación y de sus consecuencias.
2. Tenemos derecho a no dar razones para justificar
nuestro comportamiento.
3. Tenemos derecho a juzgar si nos incumbe la
responsabilidad de encontrar soluciones para los problemas de otras personas.
4. Tenemos derecho a cambiar de opinión. Un sabio cambia
de opinión, un tonto nunca
5. Tenemos derecho a cometer errores y a ser responsables
de ellos.
6. Tenemos derecho a decir “No lo sé”
7. Tenemos derecho a tomar decisiones ajenas a la lógica
8. Tenemos derecho a decir “no lo entiendo”
9. Tenemos derecho a decir “no me interesa”
Buen provecho