viernes, 16 de mayo de 2014

Es mejor equivocarse por haber amado



Antier pasé por los veterinarios que me regalaron a Tom, y me enteré que nació en Febrero del 2007, es decir que tiene más de 7 años. Me enteré que antes de que lo llevaran allá estuvo un año bajo el cuidado de un vigilante, después de que su anterior dueña, con problemas de salud propios de la edad, incluyendo un alzheimer fue trasladada a Caracas. Un año con mucha soledad. Tal vez por eso es tan aprehensivo.

Cuando me decidí por adoptar a Tom, lo hice consciente de todas las implicaciones y riesgos. Cuando mi hermana lo vio, recién me lo entregaron, pensó que yo iba a sufrir mucho con un perro enfermo. Sin embargo yo estaba dispuesto a quererlo y a darle calidad de vida, el tiempo que Dios y la vida lo dispusieran. Le dije: Yo lo cuidaré y le daré todo el cariño que se merece y si se muero lo entierro y la vida sigue.

Escribo esto porque alguien comentó una foto que coloqué donde insinuaba que los perros se mueren y "uno que los quiso tanto", que si se enferman de cáncer o de problemas en las caderas en el caso de los Golden, además de los consabidos "esta muy gooordo" (de los que no lo han visto con agua y con jabón).

He aprendido a amar sin apegos, a disfrutar y a soltar cuando la vida o la muerte o las circunstancias que sean se llevan lejos a quienes amo. El día que Tom se vaya de esta tierra, lo cargaré y lo llevaré a un sitio especial o tal vez lo cremaré y esparciré sus cenizas cerca de las de mi padre,o tal vez adopte otro con el mismo nombre. Pero no dejaré de consentirlo dentro del horario que me sea posible.

Me parece ilógico no entregar amor por temor a la pérdida de los seres queridos. Es cierto que mientras más amamos somos más vulnerables ante el dolor, pero también es cierto que la medida del amor es amar sin medidas, aunque también es cierto "sin apegos". Es inclusive mejor equivocarse por haber amado, que vivir toda la vida equivocados por no haber amado nunca.