miércoles, 2 de julio de 2014

Carta a la Iglesia Católica



“Que discutible eres, Iglesia, y sin embargo cuánto te quiero. Cuanto me has hecho sufrir, y, sin embargo, cuanto te debo.

Quisiera verte destruida, y, sin embargo, tengo necesidad de tu presencia. Me has escandalizado mucho, y, sin embargo, me has hecho entender la santidad.

Nada he visto en el mudo más oscurantista, más comprometido, más falso, y nada he tocado más puro, más generoso, más bello.

Cuantas veces he tenido ganas de cerrar en tu cara la puerta de mi alma, y cuantas veces he pedido morir entre tus brazos seguros. 

No, no puedo librarme de ti, porque soy tú, aun no siendo completamente tú. Y después, ¿A dónde iría?, ¿A construir otra?. Pero, no podré construirla, sino con los mismos defectos, con los míos que llevo dentro. Y si la construyo será mi iglesia, no la de Cristo. Soy bastante mayor para entender que no soy mejor que los demás.

Aquí está el misterio de la Iglesia de Cristo, verdadero misterio impenetrable, tiene el poder de darme la santidad y está formada toda ella, del primero al último de pecadores, ¡Y qué pecadores!

Tiene la fe omnipotente e invencible de renovar el misterio eucarístico y está compuesta de hombres débiles, que están perplejos y que se debaten cada día contra la tentación de perder la fe.

Lleva un mensaje de pura trasparencia, y está encarnada en una masa sucia, como sucio es el mundo. Habla de la dulzura del maestro, de su no violencia y en la historia ha mandado ejércitos a destruir infieles y a torturar herejes. Trasmite un mensaje de evangélica pobreza y busca dinero y alianza con los poderosos.

No, no me voy de esta Iglesia fundada en una piedra tan débil, porque fundaría otra sobre una piedra aún más débil que soy yo.

Hermano Carlo Carretto 1910-1988

Carlo Carretto nació en Alejandría en el seno de una familia campesina el 2 de abril de 1910. Fue militante de la Acción Católica y profesor. En 1940 fue nombrado director de Instituto, siendo cesado de su cargo a causa de su oposición al régimen fascista.

En 1946 es nombrado presidente de la GIAC (Juventud Italiana de Acción Católica). En 1953 renunció a su cargo por divergencias con los sectores católicos que estaban planeando una alianza con la derecha italiana. 

El 8 de diciembre de 1954, marchó a hacer su noviciado en la Fraternidad de los Hermanitos de Jesús en Argelia, en donde, permaneció durante diez años, compartiendo su vida en fraternidad en el Sahara. Este periodo fue una experiencia profunda de vida interior y de oración, en el silencio y en el trabajo, que marcaría toda su vida y sus actividades posteriores. En el año 1964, ingresó en los Hermanos del Evangelio, recién fundados, regresando a Italia. En 1965 se estableció en Spello (Perugia), en un monasterio abandonado donde, poco antes, había comenzado la vida comunitaria una nueva fraternidad de los Hermanos del Evangelio. Pronto, su prestigio, comenzó a atraer a personas al lugar, creyentes o no, para encontrarse interiormente. Desde entonces la comunidad se convirtió en un lugar de acogida, oración y reflexión.


Después de varios años de enfermedad, en la noche del 4 de octubre de 1988, en la fiesta de san Francisco de Asís, del que había escrito una biografía apasionada unos años antes, Carlo se encontró con el abrazo de Dios Padre.