lunes, 22 de agosto de 2016

Mesoneros de Cristo


De todos es conocida la parábola del Buen Samaritano en Lucas 10, 25-37 Un maestro en religión quería poner a prueba a Jesús y le dijo: «Maestro, ¿qué debo hacer para conseguir la vida eterna?» Jesús le devuelve la pregunta y el hombre contestó que hay que amar a Dios con todo el ser y al prójimo como a uno mismo.» Jesús lo felicita y le dice: "Haz eso y vivirás.» El otro, replicó: «¿Y quién es mi prójimo?» Jesús contó la parábola según la cual un hombre cayó en manos de unos bandidos, que lo despojaron de todo, lo golpearon y lo dejaron medio muerto. Dos personajes religiosos pasaron de largo ignorando al desamparado. En cambio, un extranjero (samaritano) Se compadeció de él, curó sus heridas y lo condujo hacia una posada (me gusta la traducción: mesón) y lo cuidó. Al día siguiente sacó dos monedas y se las dio al posadero diciéndole: «Cuídalo, y si gastas más, yo te lo pagaré a mi vuelta.» Jesús le preguntó: ¿Cuál de estos tres fue el prójimo del hombre que cayó en manos de los malandros?» El maestro de la Ley contestó: El que fue compasivo. Jesús le dijo: «Vete y haz tú lo mismo"
Es evidente que se trata de una invitación a la misericordia. Menos evidente es un significado muy antiguo según el cual Jesucristo es el buen Samaritano que, extranjero en el mundo pasó haciendo el bien y antes de irse encomienda al hombre herido a la "hospedería" de la iglesia para que lo cuide hasta su vuelta donde él pagará al buen anfitrión. En las posadas la gente va a descansar y a comer para reparar las fuerzas. En la iglesia también. Incluso hay una mesa con pan, vino, manteles, plato y copa. Los curas somos mesoneros, y aunque en el el fondo lo importante es la comida, es natural que la gente acuda al restaurante donde se sienta bien atendido por los mesoneros. La iglesia invita a sus hijos a ir al "mesón" pero ellos tienen derecho a ir a donde se sientan bien atendidos, no maltratados, no excluídos por los mesoneros. Que les traten como merecen. Mesoneros que les sirvan con excelencia el Pan de la Palabra y el Pan de la Eucaristía. Y eso no es seguir "hombres" eso es reivindicar el derecho a ser tratados con la dignidad de los hijos de Dios.