ME HAS SEDUCIDO SEÑOR
Mi madre me contó que cuando me tenía en su vientre sufrió mucho con el trabajo de parto. Ella hizo esta oración: "Si mi hijo se salva yo te lo entrego Señor." Yo me enteré de eso cuando me llevaba al convento de padres Carmelitas Descalzos a los 19 años. Lo decía llorando y casi como un reproche para sí misma, después me agradeció tantas bendiciones y alegrías recibidas. Jamás me presionaron para decidir mi vocación. A los 8 años con una mesa, un mantelito, la tapita del vasito de los helados y pepsicola celebraba misas en mi casa de la Fundación. Mis feligreses eran 3 vecinos. Cuando no venían ellos ponía los muñecos de mis hermanas a oir misa. Me ponían una atención impresionante. En mi casa hacían círculos de Biblia y oración de la Renovación Carismática. En mi rebeldía de adolescente me retiré de la iglesia, creo que es tan común ser joven y rebelde. Mi padre oraba mucho para que yo volviera. Y volví. A esa edad no solo no pensaba ser sacerdote. Es que ni quería. Pero ven. Dios pudo más. Estas palabras confirmaban mi llamado y todavía me conmueven cuando las vuelvo a leer: "Me llegó una palabra de Yavé «Antes de formarte en el seno de tu madre, ya te conocía; antes de que tú nacieras, yo te consagré, y te destiné a ser profeta de las naciones.» Yo exclamé: «Ay, Señor, Yavé, ¡cómo podría hablar yo, que soy un muchacho!» Y Yavé me contestó: «No me digas que eres un muchacho. Irás adondequiera que te envíe, y proclamarás todo lo que yo te mande. No les tengas miedo, porque estaré contigo para protegerte -palabra de Yavé.» Entonces Yavé extendió su mano y me tocó la boca, diciéndome: «En este momento pongo mis palabras en tu boca. En este día te encargo los pueblos y las naciones: Arrancarás y derribarás, perderás y destruirás, edificarás y plantarás" Jeremías 1,4-10
Mi madre me contó que cuando me tenía en su vientre sufrió mucho con el trabajo de parto. Ella hizo esta oración: "Si mi hijo se salva yo te lo entrego Señor." Yo me enteré de eso cuando me llevaba al convento de padres Carmelitas Descalzos a los 19 años. Lo decía llorando y casi como un reproche para sí misma, después me agradeció tantas bendiciones y alegrías recibidas. Jamás me presionaron para decidir mi vocación. A los 8 años con una mesa, un mantelito, la tapita del vasito de los helados y pepsicola celebraba misas en mi casa de la Fundación. Mis feligreses eran 3 vecinos. Cuando no venían ellos ponía los muñecos de mis hermanas a oir misa. Me ponían una atención impresionante. En mi casa hacían círculos de Biblia y oración de la Renovación Carismática. En mi rebeldía de adolescente me retiré de la iglesia, creo que es tan común ser joven y rebelde. Mi padre oraba mucho para que yo volviera. Y volví. A esa edad no solo no pensaba ser sacerdote. Es que ni quería. Pero ven. Dios pudo más. Estas palabras confirmaban mi llamado y todavía me conmueven cuando las vuelvo a leer: "Me llegó una palabra de Yavé «Antes de formarte en el seno de tu madre, ya te conocía; antes de que tú nacieras, yo te consagré, y te destiné a ser profeta de las naciones.» Yo exclamé: «Ay, Señor, Yavé, ¡cómo podría hablar yo, que soy un muchacho!» Y Yavé me contestó: «No me digas que eres un muchacho. Irás adondequiera que te envíe, y proclamarás todo lo que yo te mande. No les tengas miedo, porque estaré contigo para protegerte -palabra de Yavé.» Entonces Yavé extendió su mano y me tocó la boca, diciéndome: «En este momento pongo mis palabras en tu boca. En este día te encargo los pueblos y las naciones: Arrancarás y derribarás, perderás y destruirás, edificarás y plantarás" Jeremías 1,4-10